Grandes contemporáneos by Winston Churchill

Grandes contemporáneos by Winston Churchill

autor:Winston Churchill [Churchill, Winston]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 1937-04-23T00:00:00+00:00


ALFONSO XIII

¡Nacer rey! ¡No haber sido jamás otra cosa que rey; haber reinado durante cuarenta y seis años, y después ser destronado! ¡Empezar una nueva vida en la madurez de la edad, en condiciones diferentes y reducidas, en una situación y en un estado de ánimo nunca hasta entonces experimentados, excluido de la única actuación a la que toda la vida se había consagrado! ¡Áspero destino, ciertamente! Haber dado lo mejor de sí mismo, haber arrostrado inquietudes y peligros, haber realizado grandes cosas, haber estado al frente de su país durante todos los riesgos del siglo XX; haber visto a su patria crecer en prosperidad y reputación; y después ser violentamente rechazado por la nación de que estaba tan orgulloso, cuyas glorias y tradiciones encarnaba; la nación que había tratado de simbolizar en las más bellas acciones de su vida…, no hay duda que es bastante para poner a prueba el alma de un humano mortal.

Las vicisitudes de los políticos no guardan relación con semejante prueba. Los políticos se elevan a través de afanes y luchas; esperan caer; esperan levantarse de nuevo. Casi siempre, en el Poder o fuera de él, están rodeados y sostenidos por grandes partidos. Tienen con ellos muchos compañeros de desgracia. Su labor, con toda su variedad e interés, continúa. Los políticos saben que no son más que criaturas de un día. No sostienen en sus manos el áureo joyero que encierra los tesoros de las centurias y cuya pérdida sería irreparable. Están prontos a alternar lo favorable con lo adverso a lo largo del sendero que han escogido en la vida. Y aún los mismos políticos sufren sus angustias. Mr. Birrell, ingenioso y prudente, tuvo que salir del Gobierno en 1916 a causa de los sucesos de la rebelión de Dublín, y, más tarde, dentro del mismo año, su jefe, Mr. Asquith, cayó bajo las presiones de la Gran Guerra. Al considerar este último acontecimiento, decía Birrell: «Debe de haberle sido muy penoso. Aún a mí, que no hice más que caer de un burro (la Secretaría de Irlanda), no me gustó nada, para cuanto más a Asquith que ha sido derribado de un elefante a la vista de todo el Imperio británico». Pero ser rey y luego ser destronado…, es una prueba incomparablemente más acerba.

Alfonso XIII fue hijo póstumo. Su cuna fue un trono. Hubo un tiempo, durante la regencia de su madre, en que a los filatélicos les deleitaban los sellos de España, que ofrecían la imagen de un bebé. Más tarde aparecieron los rasgos angelicales de un niño, después el perfil de un joven, y, por último, la cabeza de un hombre. Una educación severa: ayos, preceptores y una reina-madre lo instruyeron en la profesión de rey. La educación de los príncipes es muy exigente. La disciplina escolástica, la religiosa y la militar oprimen entre sus garras al chico. Profesores, obispos y generales se presentan a cada hora y se apostan en cada sendero de la vida juvenil. Todos le inculcan el



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